Os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo (Ez 36, 26)
La Cuaresma es el tiempo litúrgico privilegiado de penitencia y conversión, un tiempo que el cristiano ha de vivir mirando a la Pascua, como meta de este camino de preparación que iniciamos el Miércoles de Ceniza y que concluye el Jueves Santo. Con la denominada “Misa vespertina de la Cena del Señor” entramos en el Triduo Pascual, núcleo del año litúrgico, que tiene como celebración central la Vigilia Pascual y acaba con las vísperas del Domingo de Resurrección.
Cuaresma y Pascua son una unidad, no tiene sentido la Cuaresma sino en el horizonte de la Pascua, ni celebrar la Pascua sino desde la vivencia de la Cuaresma. Cuaresma y Pascua, tienen un mismo eje: Cristo, el Señor. Avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo, oración con la que nos dirigimos a Dios en el primer domingo de Cuaresma, sintetiza el objetivo de este tiempo litúrgico.
Claves para vivir la Cuaresma: Desierto, Conversión, Bautismo
El Tiempo de Cuaresma, se propone tradicionalmente como itinerario catecumenal: “experiencia espiritual de encuentro con Dios, de renovación interior, de transformación sincera, de recuperar nuestra identidad cristiana y volver a sentir la alegría y el orgullo de ser cristiano”.
Desierto, “La llevaré al desierto, le hablaré al corazón” (Os 2, 16)
Vivimos aceleradamente, en no pocas ocasiones, aturdidos y enfrascados en múltiples ocupaciones y responsabilidades.
Vivimos aceleradamente, en no pocas ocasiones, aturdidos y enfrascados en múltiples ocupaciones y responsabilidades.
La Cuaresma es un tiempo meditativo. Hay que frenar la marcha de la vida, buscar la soledad, hacer silencio y pararse a meditar; con seriedad emprender una revisión personal de vida, entrar en el propio corazón y desnudarse ante el rostro de Dios.
Conversión, “Convertíos, que ha llegado el reinado de Dios” (Mt 3, 2)
La voz de Juan resuena en el desierto y, en el hoy que nos ha tocado vivir, en este momento histórico y cultural concreto, nos platea un reto de actualidad: mirar a la realidad y mirar con ojos nuevos, cuestionarnos, cambiar de conducta.
La voz de Juan resuena en el desierto y, en el hoy que nos ha tocado vivir, en este momento histórico y cultural concreto, nos platea un reto de actualidad: mirar a la realidad y mirar con ojos nuevos, cuestionarnos, cambiar de conducta.
Asimismo, el apóstol San Pablo nos hace la propuesta de la fe, desde Cristo y éste crucificado; la cruz, que es “escándalo para los judíos y necedad para los gentiles”, es para el cristiano el camino hacia la Vida.
Bautismo, “Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo” (Col 3, 9)
Para Pablo el bautismo es un acontecimiento por el cual el cristiano es incorporado a la muerte del Hijo, a la sepultura, y a su Resurrección, el cristiano realmente, por el sacramento del bautismo, renace a una vida nueva.
Ser cristiano no es sino aceptar a Jesús, el Señor, bautizarse en el y confesarlo con palabras y vida.
Ser cristiano no es sino aceptar a Jesús, el Señor, bautizarse en el y confesarlo con palabras y vida.
Prácticas recomendadas durante la Cuaresma
Oración, Ayuno, limosna (Mt 6, 1-16)
Oración: la Cuaresma es el tiempo privilegiado de la escucha y la acogida de la Palabra, que ilumina nuestra vida y nos invita a la conversión.
Ayuno: con un valor espiritual y místico (propio del Viernes Santo: ha muerto el Señor), y un valor elemental, ascético (ayunar es beneficioso para el cuerpo y el alma, ayunar es un medio que nos ayuda en la conquista de la propia libertad).
Limosna: fruto del ayuno, es solidaridad, es misericordia compartida. Dios no quiere holocaustos, ni sacrificios, sino un corazón compasivo, compasión que se traduce en un compromiso activo en especial con los más pobres y desvalidos (Is 58, 6-11).
TIEMPO DE CUARESMA
Introducción al Tiempo de Cuaresma
Introducción al Tiempo de Cuaresma
Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (nn. 124-125)
La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las «armas de la penitencia cristiana»: la oración, el ayuno y la limosna (cf. Mt 6,1-6.16-18). En el ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la relación entre el «sacramento de los cuarenta días» y los sacramentos de la iniciación cristiana, o el misterio del «éxodo», presente a lo largo de todo el itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que tiende a centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo, en la Cuaresma los fieles concentran su atención en la Pasión y Muerte del Señor.
El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.
LITURGIA EN EL TIEMPO DE CUARESMA (CICLO C- 2010)
La liturgia durante este tiempo, nos va a proponer un itinerario progresivo hacia la celebración de la Pascua. Contemplemos la Cuaresma desde las lecturas que se proclamarán cada domingo.
Miércoles de Ceniza (17 de febrero)
Inicio del tiempo litúrgico de Cuaresma, es el miércoles que precede al primer domingo de Cuaresma, los fieles cristianos inician con la imposición de la ceniza el tiempo establecido para la purificación del espíritu. Con este signo penitencial, que viene de la tradición bíblica y se ha mantenido hasta hoy en la costumbre de la Iglesia, se quiere significar la condición del hombre pecador, que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su voluntad interior de conversión, confiando en que el Señor se muestre compasivo con él. Con este mismo signo comienza el camino de conversión, que culminará con la celebración del sacramento de la Penitencia, en los días que preceden a la Pascua.
Jl 2,12-18. Rasgad los corazones y no las vestiduras.
Sal 50. Misericordia, Señor, hemos pecado.
2Cor 5,20 - 6,2. Reconciliaos con Dios: ahora es el tiempo favorable, el día de salvación.
Mt 6,1-6.16-18. Cuidad de no practicar las virtudes para ser vistos por los hombres sino para ser vistos por Dios.
En la Misa, después del Evangelio y la homilía, se realizan la bendición e imposición de la ceniza (hecha de los ramos de olivo y de otros árboles, bendecidos el año precedente). Omitiéndose el acto penitencial.
I DOMINGO DE CUARESMA (21 de febrero)
Cuaresma, camino hacia la Pascua.
Cuaresma, camino hacia la Pascua.
La Cuaresma es el camino que nos lleva a la Pascua. Confesamos la fe en el Señor de la historia y le agradecemos las maravillas que él ha realizado en favor de los hombres (1ª lect.). Jesús, mientras está en el desierto, ora al Padre y vence las tentaciones del diablo con las armas de la creencia y de la obediencia a la Palabra de Dios (Ev.). Pablo invita a confesar la fe en Cristo, resucitado entre los muertos y fuente de salvación para todos (2ª lect.).
- Dt 26,4-10. Profesión de fe del pueblo escogido.
- Sal 90. R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
- Rm 10,8-13. Profesión de fe del que cree en Jesucristo.
- Lc 4,1-13. El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.
II DOMINGO DE CUARESMA (28 de febrero)
La Transfiguración, parada en el camino.
El patriarca Abrahán, hombre creyente, confía en la Palabra de Dios, en la promesa y en la alianza (1ª lect.). La transfiguración de Jesús en el monte Tabor prefigura anticipadamente la Gloria de su Resurrección (Ev.). El cristiano, ciudadano
- Gn 15,5-12.17-18. Dios hace alianza con Abrahán, el creyente.
- Sal 26. R. El Señor es mi luz y mi salvación.
- Flp 3,17-4,1. Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso.
- Lc 9,28b-36. Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió.
III DOMINGO DE CUARESMA (7 de marzo)
Triple conversión.
Triple conversión.
Las lecturas presentan una triple conversión. Conversión liberadora: Moisés, después de su encuentro con Dios en el Horeb, regresa a Egipto para liberar a su pueblo de la esclavitud (1ª lect.). Conversión para no perecer: Jesús invita a saber leer y comprender los signos y a estar atentos para no perecer (Ev.). Conversión de actitudes: Pablo recomienda a los corintios comportarse cristianamente (2ª lect.).
- Ex 3,1-8a.13-15. «Yo soy» me envía a vosotros.
- Sal 102. R. El Señor es compasivo y misericordioso.
- 1Co 10,1-6.10-12. La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.
- Lc 13,1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
- Ex 3,1-8a.13-15. «Yo soy» me envía a vosotros.
- Sal 102. R. El Señor es compasivo y misericordioso.
- 1Co 10,1-6.10-12. La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.
- Lc 13,1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
IV DOMINGO DE CUARESMA (14 de marzo)
El don del Dios misericordioso.
El don del Dios misericordioso.
Dios expresa su amor a su pueblo Israel dándole una patria (1ª lect.); al hijo pródigo una casa (Ev.) y los cristianos una personalidad nueva en Cristo reconciliador (2ª lect.). Por otro lado, el hombre celebra en tierra prometida el don de la Pascua (1ª lect.); el hijo pródigo reconoce su pecado y vuelve arrepentido a los brazos del padre (Ev.) y el cristiano acepta la iniciativa de Dios de reconciliar a la humanidad consigo por Cristo que es el reconciliador (2ª lect.).
- Jos 5,9a.10-12. El pueblo de Dios celebra la Pascua, después de entrar en la tierra prometida.
- Sal 33. R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
- 2Co 5,17-21. Dios, por medio de Cristo, nos reconcilió consigo.
- Lc 15,1-3.11-32. «Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido».
V DOMINGO DE CUARESMA (21 de marzo)
Los caminos de la libertad.
Tres caminos: Israel anuncia al pueblo de Dios el retorno a su tierra; la mujer que comienza una nueva vida y Pablo que tiene fijos sus ojos en llegar a la meta. Dios por el profeta Isaías promete abrir un nuevo camino para que su pueblo vuelva a su patria. Otra vez quiere liberar a su pueblo de la esclavitud (1ª lect.). Presentan a Jesús una mujer pecadora y el Maestro perdona y libera del pecado (Ev.). Pablo recuerda su pasado para reafirmarse en el nuevo camino emprendido y fija sus ojos en la meta hacia la cual corre decidido (2ª lect.).
- Is 43,16-21. Mirad que realizo algo nuevo y apagaré la sed de mi pueblo.
- Sal 125. R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
- Flp 3,8-14. Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte.
- Jn 8,1-11. El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (28 de marzo)
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, cuando nuestro Señor Jesucristo, como indica la profecía de Zacarías, entró en Jerusalén sentado sobre un pollino de borrica, y a su encuentro salió la multitud con ramos de olivos (elog. del Martirologio Romano).
El Domingo de Ramos nos introduce en la Semana Santa. La celebración de hoy engloba los dos aspectos fundamentales del misterio pascual: muerte y vida, humillación y triunfo. En otras palabras: entrada triunfal en Jerusalén y el Siervo que es llevado a la muerte. El «Siervo» está siempre dispuesto a escuchar la Palabra de Dios y a proclamarla a favor de los oprimidos a pesar de padecer él mismo la persecución (1ª lect.). Jesús, el Siervo, proclama su mensaje y es perseguido y muere en la cruz para liberar al hombre del pecado (Ev.). Cristo, sometiéndose a la muerte, es exaltado sobre todo nombre (2ª lect.)
La celebración tiene dos partes: la conmemoración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la Eucaristía, que es memorial de la muerte y resurrección de Cristo.
- Lc 19,28-40. Bendito el que viene en nombre del Señor.
- Is 50,4-7. No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
- Sal 21. R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
- Flp 2,6-11. Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo.
- Lc 22,14-23,56. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
GRÁNDEZ, Rufino. El Camino Cuaresmal. Colección Emaús, volumen nº 9, 1996.
CALENDARIO LITÚRGICO 2010. Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia.
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA.